Que se muera
Que se muera, pensaste, que se muera lo repetiste dos cuatro, cuatro punto cinco veces, como un rezo, con los labios resecos, así mientras le encajabas los dientes al filtro del cigarro. Ya no te importaba nada simplemente tenías cierto que se tenía que morir, de una o de otra forma, nada por esperar.
Gabriel Feregrino